Eva Bellido // Benicàssim
¿Eres Enrique Salvador? Le preguntó Juventino Pérez Sampedro, el hombre atacado por dos perros el domingo en el camí de les Villes de Castellón, al vecino que le salvó la vida, cuando le llamó para darle las gracias por su heroica actuación. “Bueno, no sé si te llamarás así de apellido pero para mí eres salvador”.
Enrique Emo, humilde, le contestó que “tampoco es para tanto, no hice más de lo que creo que hubiera hecho cualquiera”. Emo comentó a este periódico que la “otra opción era ver ante mis ojos cómo dos perros se comen a una persona sin haber hecho nada”.
Contó que le han llamado él y la mujer, agradecidos. “Me han dicho que soy un ángel que le ha salvado la vida, pero para mí no hay para tanto, lo mismo que le ocurrió a él me podría haber pasado a mí y a mis perros si me hubiera quedado en mi finca un minuto más, trabajando o entretenido con algo”.
Vecino de Benicàssim
Kike es de Castellón pero vecino de Benicàssim desde los 14 años. Ahora tiene 53 y vive en el pueblo. Es agricultor y tiene una finca con un huerto en la misma calle donde ocurrió todo. Aunque se dedica oficialmente a trabajos de mantenimiento en empresas, ahora está en paro desde septiembre y busca empleo.
El día de la agresión, que casualmente coincidía con el cumpleaños de Juventino, Enrique se iba en su furgoneta después de revisar su huerto y pasear a sus perros. Era domingo y solo iba a echar un vistazo para ver si podría trabajar el lunes ya que había llovido, luego se iba a otra finca.
“Iba a salir de aquí con la furgoneta y vi a los perros, un pit bull y un pastor alemán cruzado de unos 70 kilos de peso. Al grande sí que lo conozco, ya que paso todos los días con el tractor y siempre trata de sacar la cabeza con ganas de comerse a quien pase y de saltar desde la puerta de la casa, que se encuentra a unos 400 metros de donde ocurrieron los hechos. Y pensé madre mía, problemas”.
“Eran las 11.17 horas. Los vi y estaban como dos matones de barrio. Empezaron a saltarme encima de la furgoneta, subí rápidamente la ventanilla y llamé al 112, pidiendo que por favor viniera la policía y advirtiendo de que había dos perros, que yo no estaba en peligro, pero que el primero que pasara por la calle iba a tener problemas”. “Creo que ni pude acabar la llamada porque en ese momento vi que se aproximaba Juventino corriendo con la perrita, le hice la acción de que no se acercara, pero los perros en seguida se quedaron mirándole y fueron a por él directos”.
«Empecé a tocar el claxon y los perros se apartaron un momento»
Según relató Emo, “aceleré un poco con la furgoneta, los perros llegaron antes que yo, el grande le puso las dos patas encima, le mordió la cabeza, luego le cogió el brazo, en ese momento llegué yo, cogí a la perra por la ventanilla para ponerla a salvo, porque él la llevaba en brazos para protegerla. Y empecé a tocar el claxon y mis perros a ladrar contra la ventanilla. Entonces se apartaron un momento y vi que era la ocasión de salir”. Al parecer, el ataque se produjo durante unos dos minutos.
“El señor se quedó apoyado con el brazo por encima de mi retrovisor, con los ojos en blanco, completamente ya rendido, estaba en shock, casi desmayado y todo ensangrentado, la ceja la llevaba colgando casi encima del ojo y el brazo le iba cayendo la sangre a chorro, la ropa la llevaba clavada en la carne y decía: me matan, me matan, me matan, mientras le estaban mordiendo”.
Kike bajó del vehículo con cuidado de no tirar al suelo a Juventino y le cargó para ayudarle a subir en el lado del copiloto, ya que no podía caminar y estaba enormemente conmocionado. Al mismo tiempo trató que no salieran sus perros de la furgoneta. “Tuve el tiempo justo. Cuando cerré la puerta y fui a dar la vuelta para entrar al coche el perro grande estaba a medio metro mío, pero yo le ignoré, hice como si no lo viera, pasé de él, no lo miré, me subí y una vez dentro empezaron de nuevo a pegar golpes y gruñir. Pensé si yo no lo veo él no me ve, y me salió bien”, dijo.
Trasladado a la Fe de València
Después pidió a los ocupantes de otro vehículo que se aproximó al lugar al ver lo que ocurría que se quedaran allí advirtiendo a los peatones hasta que llegara la policía y mientras él llevaba al agredido al centro de salud de Benicàssim. De allí fue trasladado al General de Castellón y luego a la Fe de València, donde fue intervenido y se recupera.
“Menos mal que tuve la cabeza fría, porque si hubiera bajado lo único que habría conseguido es repartir los mordiscos entre los dos y dos entierros o los dos cada uno en una cama de hospital”. Durante el trayecto en el coche se encargó de darle conversación para que no perdiera el conocimiento haciéndole preguntas básicas y diciéndole que ya estaba a salvo. “El pobre hombre se vio que ahí acababa su vida, que le mataban. Estaba consiente, pero totalmente en shock”.
Kike se hizo cargo también de la perrita de Juventino, Pepa, la tuvo en su casa varias horas hasta que la recogió su hija. Cuando salga del hospital quiero verlo y comerme un bocadillo con él. Además, tenemos muchas cosas en común, él corre, yo ando, me voy todos los días al Desert de les Palmes con mis perros también, Ibi, Pitusa y Díngala, hago lo mismo que él, y cuando lo vi proteger a su perrita veía a mi perra”.