Llevamos algún tiempo acumulando noticias negativas en relación con nuestros grandes festivales. Demasiado tiempo. En realidad, nunca se había transmitido tanta fragilidad e incertidumbre. Sin duda, es algo que no contribuye a nada positivo.
Necesitamos recuperar cuanto antes, y con carácter irrevocable, una sensación crónica de estabilidad y seguridad. Seguridad en un producto turístico que nos ayudó a mundializar la marca Benicàssim. Los festivales han demostrado que la música y la cultura son activos fundamentales para fortalecer nuestra personalidad turística en un mundo global que resulta cruel con los destinos conformistas y aburridos.
El FIB y el Rototom, el mejor festival de reggae del mundo, deberían ser parte irrenunciable de nuestra identidad como ciudad. Una ciudad cuya apuesta por el turismo ha atravesado etapas de pujanza y también de decadencia. Quienes apostamos desde el minuto cero por este tipo de fenómenos sabemos que el gran éxito alcanzado ha sido posible, básicamente, por tres cuestiones. La primera es Benicàssim, su belleza y su capacidad de seducción. Somos conscientes de nuestra jerarquía en ese terreno.
Puede que tengamos que mejorar muchas cosas pero Benicàssim es, sencillamente, único. En segundo lugar, los valores hospitalarios de nuestra sociedad local. Esto es algo fundamental que no valoramos suficientemente. Las gentes del pueblo –que son todos aquellos que viven en esta localidad porque así han querido- han abrazado las nuevas ideas, las nuevas propuestas y el nuevo esquema turístico que tenemos. Defendemos los festivales como algo nuestro y no permitimos que se cuestionen. En tercer lugar, el talento de los organizadores y su capacidad para generar espectáculo y una oferta enormemente competitiva en su género. Las dos primeras premisas resultan necesarias e imprescindibles. La tercera es necesaria. Quiero decir que, como ciudad y como proyecto colectivo, necesitamos refundar las bases de la certidumbre absoluta en relación con la continuidad de estos grandes acontecimientos.
Necesitamos un gran acuerdo –unitario y leal- para que nunca nos fallen los operadores finales que culminan un sueño que es de muchos y que es de claro interés público y general. Benicàssim debe consolidar, amarrar o reinventar la tercera condición para que se celebren con esplendor nuestros festivales. No podemos depender de nadie en particular porque estamos ante un tema demasiado importante para el interés general de Benicàssim.