Rototom de Nobel. La premio Nobel de la Paz 1992 y líder de los indígenas guatemaltecos, Rigoberta Menchú, no dejó a nadie indiferente en el Foro Social del Sunsplash 2013, en su conferencia, junto a la periodista de guerra Mayte Carrasco, sobre La cultura de la paz en el siglo XXI.
“Hay una extrema necesidad de que la conciencia de las personas, donde quiera que estén, prevalezca sobre los conflictos, las crisis y la decadencia que vivimos”, dijo. Alertó de que el capitalismo “todavía no ha tocado fondo” y de que “la decadencia global va a continuar hasta llegar a una situación extrema”, y a partir de entonces, “el ser humano volverá a recuperar su conciencia propia”. Por ello, apela a la “conciencia de las personas” para superar las “crisis y las decadencias globales que estamos viviendo”.
Con un discurso coincidente con el lema del Foro Social, Construimos juntos espacios de esperanza, la indigenista maya se basó en tres conceptos ayer: “conciencia universal”, “autoestima” y “salud espiritual y social”.
Menchú argumentó que “la crisis y los conflictos sociales son globales, no solo locales”. “Y esto es una gran oportunidad de cultivar una conciencia universal; nos ha fallado el sistema económico internacional y el libre mercado ha terminado en egoísmo y dificultades que nos llevan a un suicidio colectivo”. “Estamos tocando fondo”, dijo.
Esta cita reggae supone “un intercambio de ideales, energías, trabajo y conocimiento para cultivar nuestra conciencia universal; es un sueño participar de ello”. “La juventud está llamada a asumir los retos que puedan propiciar las transformaciones de futuro”, señaló, mientras se declaraba “más realista y menos utópica” que a los 23.
Y se posiciónó “en contra del fracking en todo el mundo”, dando su firma a la Plataforma de Castellón. “El capitalismo –dijo– nos enseñó que íbamos a tener mejores vidas, salarios y una mejor cultura y educación, y al final, solo nos ha dado egoísmo y desigualdad”.
En cuanto a los procesos de paz en América Latina, aseguró Menchú que se están dando cambios “alentadores”, con resultados a largo plazo, aunque, “las potencias no han perdido el control”.