Eva Bellidos // Benicàssim
Fin a una etapa. La Tasca el Pollo, uno de los restaurantes más emblemáticos de la playa Heliópolis de Benicàssim, bajó el sábado por la noche la persiana por última vez, dejando a todos sus vecinos con una sensación de nostalgia y tristeza.
No era para menos, los trabajadores de este popular bar han estado 45 años sirviendo sabrosos pollos a l’ast a sus clientes. El dueño, Antonio Almazán, se ha jubilado tras dedicar gran parte de su vida a la hostelería. Y los propietarios del local prefieren ya vender que alquilar. Todavía se desconoce si hay comprador o cuál será su futuro.
«No sé si van a respetar la estructura o tirarlo, me gustaría que siguiera como algo dedicado a la hostelería, tiene mucho potencial», señala Almazán. «Es una terraza que tenemos sobre la carretera con unas vistas ideales y parte del éxito ha sido eso».
El gerente se mostró emocionado: «Todas las temporadas había un último día pero este año es muy especial porque no hay siguiente temporada, muchos sentimientos, recuerdos de gente que no está, personas que empezaron y que se quedaron en el camino… Quiero mostrar mi agradecimiento a todos los trabajadores que han pasado por aquí, que han sido más de 1.500. Si no fuera por ellos y los clientes no hubiera durado tanto tiempo», afirma.
Antonio tiene tres hijos, pero ninguno le toma el relevo. «Uno es artista y trabaja en un circo, otro ha estado vinculado, estudió hostelería pero se está formando como protésico dental y mi hija ha estudiado varias carreras y ahora hace Educación Social», explica.
La Tasca el Pollo abrió en el 77, fundada por dos familias castellonenses y fue una extensión natural de la pollería Martí. Fue justo un año después cuando tomó las riendas del negocio como gerente. «Me quedo con toda la gente encantadora y maravillosa que he conocido», relata. Muchos de ellos han ido llevándose este verano y en las últimas semanas los pollos con lágrimas en los ojos.
«Cuando empezamos no había paseo marítimo, los coches aparcaban sobre la playa y venía muchísima gente»
Antonio Almazán, gerente
Mucho ha sido el cambio de Benicàssim desde sus inicios. «Cuando empezamos no había paseo marítimo, los coches aparcaban sobre la playa y venía muchísima gente», recuerda.
Después, cuando hicieron el paseo, entre el 92-93 se eliminó el 50% del estacionamiento y se notó una reducción de clientes de más de la mitad, apunta. Hasta ese momento el número de visitantes no había parado de crecer y ahí comenzó a bajar, considera.
Aunque Antonio cree que Benicàssim ha evolucionado a mejor, «sitios como el que cerramos ya no hay». «Familiar, al que vienen los abuelos, hijos, nietos y bisnietos, y con una comida tan natural, casera y simple, pollo con patatas y ensalada, y lo ricos que están», declara entre risas, al mismo tiempo que emocionado por terminar esta etapa.