Benicàssim acogió este jueves, en el restaurante y local de eventos El Tinglao, la presentación oficial de Caracol Azul, una ginebra premium creada por Carlos Fabregat y Juanjo Medina —ambos de Benicàssim— junto a un tercer socio de València.
La propuesta reivindica el Mediterráneo no solo como paisaje, sino como cultura gastronómica y forma de entender la vida.
Una oda al carácter mediterráneo
El proyecto ha apostado por microdestilaciones artesanas y ediciones limitadas, con un proceso de hasta cinco destilaciones que desvela la esencia de doce botánicos característicos de la Costa de Azahar. Entre los matices destacan la flor de azahar, las naranjas dulce y amarga, el romero y la albahaca, con notas especiadas de jengibre, regaliz y un punto de clavo. El resultado ha sido un destilado equilibrado y redondo, de 40º, que se disfruta solo o combinado.
Agua de Benassal y origen artesano
Uno de los elementos diferenciales reside en el agua empleada en la destilación: Fuente en Segures (Benassal), reconocida internacionalmente por su calidad. La ginebra se ha elaborado en alambiques de Bodegas Carmelitano, con microdestilaciones de 500 litros que refuerzan el perfil artesano del producto.
Diseño pensado para la experiencia
La botella, de tono azul aguamarina que evoca las antiguas vasijas de cristal, y la etiqueta de algodón cortada a mano suman una capa estética que dialoga con la filosofía del destilado: serenidad, elegancia y artesanía mediterránea.
Proyección y comunidad gastronómica
Caracol Azul ha iniciado exportaciones a Ucrania, Estonia, Letonia y Lituania, además de contar con clientes en los Alpes franceses. La marca se ha integrado en Ruta de Sabor Castellón y ha colaborado con el sector de la coctelería en la Comunitat Valenciana, reforzando su presencia entre profesionales.


























































































Cómo disfrutarla
La firma recomienda un perfect serve con limón mediterráneo y tónica Schweppes o con corteza de naranja, carpaccio de jengibre y tónica 1724. También brilla en coctelería clásica: por ejemplo, en un Gin Mule —con menta, ginger ale y lima—, sin perder su carácter suave y equilibrado.
«Queríamos una ginebra que fuese la que nosotros mismos nos tomaríamos», han explicado los impulsores, que han defendido una filosofía clara: producto de proximidad, botánicos mediterráneos y máxima pureza al servicio de un trago elegante.