Romina Pepe // Benicàssim
Parece mentira, pero el mes de agosto ha llegado a su fin y los días son más cortos, tenemos la ilusión de que pronto nos refrescará un poquito y que poco a poco volveremos a la dinámica diaria.
Y sí, iremos quitándonos el olor a piel morena, las tardes de piscina o las caminatas junto al mar. Esas tardes largas que quedabas con algún amiguito de tus peques o te lo llevabas a jugar hasta las tantas, que el sol no caía, el sabor a horchata, bocadillo de Nocilla o polos de agua.
Todo esto, poco a poco, lo estamos guardando en el recuerdo, poniéndonos en la sintonía de septiembre, por no decir que hay que subir la cuesta.
La famosa vuelta al cole nos trae el sabor a reencuentros, rutinas, los viejos amigos o los que estaremos por hacer si se comienza un nuevo ciclo académico.
Ahora toca poner la casa en orden, buscar la ropa, los uniformes y ver qué les va bien y podemos reciclar y qué es necesario comprar. Siempre está la precavida/o que para primeros de julio ya lo tiene todo, pero la inmensa mayoría de los mortales esperamos a finales del verano, teniendo en mente que ese momento llegará algún día, para hacer lo que tenemos pensado hacer, pero vamos dándonos largas.
Y llegan las preguntas de siempre…
Y ese día llega una tarde de éstas, que has cogido fuerzas, te montas con la prole en el coche, estás en el centro comercial y te encuentras con los colegas donde surgen las famosas frases: “¿tienes todo preparado?”; “¡aún no nos llamaron por el cheque-libro!”; “¿ya has cogido todos los materiales de la lista?”; “¿habéis hechos las fichas del cuaderno de actividades del verano?”; “¿a qué extraescolares los apuntarás?”.
Batería de preguntas que muchas veces no estás preparada para contestar porque aún estás pensando en lo bien que estabas haciendo castillos en la playa y qué sabrosa te resultó la siesta…
Pero sí, así es el ciclo de la vida y espera, reza para que la maestra que te toque este año sea de las modernas, de las de pedagogía libre y no les mande a tus retoños cantidades indigentes de deberes, y si lo hace, que sean pocos, porque además de madrugar, trabajar, hacer la compra, la colada, la comida, llevar y traer niños a actividades extraescolares, también te tocará estudiar las tablas de multiplicar o, si tienes menos suerte, las dinastías monárquicas…
Y es que la rutina es tan necesaria para algunos como nefasta para otros, pero qué le vamos hacer, es precisa y la escolarización obligatoria. Pero no nos desanimemos, los afortunados que vivimos a la orilla de este Mediterráneo aún le robaremos horas de sol a lo que queda de septiembre y, si me apuráis, parte de octubre.
¡Buen comienzo de cole, ánimo familias que esto recién empieza!