Eva Bellido // Benicàssim
Toda una vida dedicada a cuidar de la salud de los niños de la provincia y con mucho amor. La doctora Amalia Nácher Fernández se jubiló este jueves a punto de cumplir los 70 entre aplausos y cariño a las puertas del centro de salud de Benicàssim poniendo fin a una trayectoria de 43 años como pediatra y marcada por su voluntariado en campamentos de refugiados saharauis.
Y es que su fuerte empatía le llevó a viajar hasta el Sáhara durante siete años como voluntaria con la oenegé Solidaridad Internacional, apoyando en la evacuación de niños enfermos que necesitaban tratamiento en la península con Smara Castellón.
«Bajábamos todos los años a los campamentos con un programa sanitario que llevaba una compañera. Éramos un grupo de médicos de Primaria, enfermeras y también del hospital, con cirujanos, anestesistas, ginecólogos… Había niños malitos con cardiopatías, que los traíamos para tratarlos aquí, las familias los acogían. Fue muy emocionante porque el otro día vinieron dos niñas a verme que ahora tienen 20 y tantos años, que están operadas y están bien».
En el Sáhara, «estábamos unos 15 días». «Mis compañeros operaban en un hospital, nosotros visitábamos a los niños en las escuelas y servíamos de apoyo a los médicos saharauis. Nuestra función era detectar niños que necesitaban traslado aquí porque no se podía solucionar el problema que tenían allí».
Además, llevaron a cabo un programa contra la tuberculosis y en una semana llegaron a visitar a 1.200 niños haciéndoles la prueba del Mantoux, ya que había una incidencia alta. Y se ejecutó un fuerte plan de vacunación contra la Hepatitis B.
«Pero lo más importante es que te sensibilizas, ellos te lo dan todo, cuando vuelves te ha cambiado la visión de cómo es el mundo y las cosas. Son personas luchadoras, que no tienen nada a nivel material y lo poco que tienen te lo dan. Es una experiencia fantástica», recuerda.
Esta querida doctora se ha despedido arropada estos días por las numerosas familias que han querido rendirle su particular homenaje, en gratitud a su profesionalidad y dedicación.
Ha sido una pediatra 10, se preocupaba mucho por nuestros hijos y teníamos la tranquilidad de que estaban en las mejores manos»
Madres de sus pacientes
«Ha sido una pediatra 10, se preocupaba mucho por nuestros hijos, siempre atenta a su estado y evolución, sin importarte la hora ni el tiempo de trabajo. Y con tanto cariño… que la echaremos mucho de menos. Teníamos la tranquilidad de que estaban en las mejores manos», explicaron las madres de algunos de sus pacientes.
Cada doctora atiende a cerca de un millar de niños al año. «Les he visto crecer a muchos desde el nacimiento hasta los 12 años y los tenemos hasta los 15. Me llevo toda la gratitud y todo el amor», declara, agradecida por la confianza de las familias.
Durante la pandemia no dudó en seguir al pie del cañón, pese a que el covid le arrebató a dos hermanos y amigos. «Pero me ha gustado trabajar en esta fase porque es la única manera de apoyar a las familias y pienso que teníamos que estar ahí y no me daba miedo nada», expresa.
Su debut como médico fue en Betxí. Trabajaba 24 horas al día, incluidos sábados y domingos. Eran otros tiempos, año 1977, pero lo disfruté mucho». También dejó huella en el centro del Barranquet, donde trabajó 16 años hasta su traslado a Benicàssim.
Antes, fue directora de Atención Primaria de la provincia de Castellón, «coincidiendo con los años de cambio de todo el sistema sanitario, de convertir los antiguos ambulatorios en centros de salud». «Fueron seis años muy intensos, de montar las unidades de prevención de cáncer de mama, de salud mental, historias clínicas, programas de salud, extracciones periféricas, atención continuada, mucho trabajo con gestión».
También pasó, cómo no, por el Hospital General de Castellón. Muchos consejos podría dar en prevención de la salud de nuestros pequeños, pero después de toda una vida dedicada a la pediatría concluye: «Un niño crece bien en una familia con amor. Eso es lo fundamental».
«Gracias por cuidar de lo más valioso que tenemos»
«Porque es una doctora excelente y siempre lo será». Esta frase le cantaron madres y padres como despedida en sus últimas horas como pediatra frente al centro de salud de Benicàssim. Y es algo que en estos últimos años he podido corroborar.
Amalia también ha sido la pediatra de mi niña, Melissa, desde que nació. He podido ver con mis ojos con qué cariño y atención cuida de nuestros hijos. Gracias por todos tus buenos consejos, gracias por tratarla con tanto amor, gracias por ayudarnos a prevenir enfermedades y gracias por curarla cuando estaba malita. ¡Qué haríamos sin los médicos! Y gracias por no haber perdido la ilusión por tu trabajo hasta el final. Me dijiste lo más bonito que se le puede decir a una madre: ¡Qué niña tan feliz! ¡Se nota que es muy feliz! Y ojalá siga siéndolo siempre.
También estuviste muy cerca de otras dos personitas que adoro y que siento como mis hijos, Marcos y Diana. Gracias por seguir preocupándote por ellos y haber estado ahí. Siempre en nuestro corazón.
Nos quedamos con otras dos fantásticas pediatras como son María y Cristina, también en las mejores manos.
Sabemos que querías seguir trabajando, pero la ley no lo permite. La sanidad pierde una gran doctora. Pero todos hemos ganado una amiga.
Benicàssim te quiere. Nos vemos por nuestro paraíso.