Benicàssim logró ‘capear’ en parte el temporal este viernes y salvar su Fiesta de las Paellas sin perder su espíritu. Miles de personas disfrutaron del gran evento gastronómico compaginando las calles del amplio recinto urbano con sus locales, garajes y casas. También muchos optaron por comer en el interior de los tantos restaurantes que durante este esperado día prepararon menús especiales llenando sus aforos.
Las calles registraron un gran ambiente desde por la mañana, con la celebración del tradicional almuerzo, con la torrà de carne junto al recinto ferial para coger fuerza para la extensa jornada, que se alargó hasta altas horas de la noche.
Todos los fondos recaudados del almuerzo, que siempre es solidario, se destinaron en esta ocasión, a la oenegé local San Vicente de Paúl.
Ante el pronóstico tan malo de lluvias y viento para la hora de comer, con una alerta naranja activada también por riesgo costero, pese a solo haber registrado precipitaciones escasas, fueron muchos los que se inclinaron finalmente por hacerlo bajo hecho y más resguardados.
Después, los asistentes se movieron por el resto del municipio, frecuentando los bares, hasta decidir a mediodía si optaban a hacer la paella en la calle en las ubicaciones asignadas o cambiar al Plan B, en locales o casas próximas, quien tenía esta opción.
No obstante, a mediodía se cocinaron cientos de paellas en la calle Santo Tomás y calles adyacentes, algunos debajo de carpas.
Y según informaron desde el Ayuntamiento, se estimó que alrededor de 35.000 personas asistieron a la fiesta.
Por la tarde, el ambiente se fue repartiendo por los múltiples conciertos que tuvieron lugar en distintos puntos del casco urbano y de todos los estilos musicales. Decenas de actuaciones pusieron el ritmo a la fiesta, organizadas por numerosos empresarios de hostelería del municipio, junto a las programadas por el Ayuntamiento.