Grupo Municipal Socialista // Benicàssim
Viernes, plenario, zafarrancho de combate de Marqués y su claca. Sienten la zozobra del barco popular el día después del que judicialmente han sido señalados como organización que propició la delincuencia y enseñan los dientes tocando arrebato.
Cuando un animal se siente herido, es normal que arremeta contra todo lo que se le acerca. Así, sangrando insultos por la herida, echando bilis en cada letra, se arranca la alcaldesa de Benicàssim en sus últimos escritos.
La ponzoña que administra entre los poquísimos que todavía le son fieles está tan poco destilada que no hace daño a sus destinatarios, nosotros. “Holgazanes”, nos llamaba el viernes pasado en su soflama, y después nos asestaba otro ataque en el plenario diciendo que habíamos hecho mociones hasta el último momento.
¿En qué quedamos, holgazanes o laboriosos? ¿Tirios o troyanos? No importa, puesto que ella llevaba dos días ausente del Ayuntamiento metida en sus cuitas palatinas (del Partido Popular, queremos decir) y tenía ganas de sacar el látigo para fustigar, primero a sus compañeros de bancada, a los que lleva como pastor déspota el rebaño, y después probar de hacerlo con la oposición.
A sus ausencias en comisiones (con lo que dice que trabaja, como Franco y lo de la lucecita del Pardo), a sus silencios cuando se le pregunta en los plenos, se suma el aliado circunstancial del PP, don Carlos Díaz, que parece representarse a sí mismo y haber olvidado que sus votantes esperaban que no pactara con la señora Marqués. Eso decía en campaña. Después se entretuvo pidiendo fecha para la moción de censura una semana antes de entrar en el equipo de gobierno y, ahora, se amanece caballero despechado por lo que no ha conseguido. El precio que pedía era caro, la alcaldía ni más ni menos.
Ciertamente, saldría más a cuenta preparar una moción de censura a estas alturas que aguantar una política errática e incompetente en asuntos de urbanismo. Entre los precios elevados de todas las obras que toca, los puentes que se quedan “empantanados” o “quebrados”, los insultos deslavazados y la hidalguía digna del mismísimo Lazarillo de Tormes, deja ver las entretelas de aquel que pregunta “qué hay de lo mío”.
En esto anda el bipartito, el mismo que dejó 15,5 millones de deuda en el Ayuntamiento en el 2007. Los unos, el PP, viendo cómo se va al garete la embarcación popular: condenados, encerrados, procesados, imputados, sospechosos habituales como M. Rajoy, histrionismos de la señora Bonig, fiscales al acecho y alcaldesas a gritos por los despachos…
Y el otro gozando el año que le queda de vida política, esperando que le caiga alguna porción del pastel popular en las próximas elecciones municipales (dicen que en C’S no le quieren abrir las puertas), porque ARB ni está ni se la espera, lo fió todo en sus afeites.
El desmadre de la derecha local, a la que afecta la infección contraída por sus mayores en Valencia y en Madrid, supura por las pústulas de la corrupción y desespera a la reina enjaulada en su refugio benicense, mientras Moliner le echa alguna vianda para mantenerla viva, herida porque ni Ciudadanos le ríe ya las gracias.
Decía el otro día que nos dedicábamos a ladrar mientras ella trabajaba. Ella y Don Carlos seguirán discutiendo si somos galgos o podencos, mientras repite las maneras, malos modos, acritud y trifulcas del otro Carlos, su maestro y venerado mentor, Fabra.
Se ha olvidado del GAL y los ERES. Son la misma porquería corrupta que el PP.
No se preocupe, que de eso hace «más años» que lo de Rajoy con el gobierno de Aznar, Zaplana, Acebes, Rato, Bárcenas, Correa… No sigo porque no hay espacio. Y eso son unos «casos puntuales», unos pocos menos, de gente que fue encarcelada, apartada de sus cargos.
La pregunta es ¿Quién será ese M.Rajoy? De todos modos, lo que aquí se trata es de la rabieta de una alcaldesa por perder democráticamente una votación. Y eso que traía claca y cámaras. No respondió cuando le preguntaron si la grabación la pagaba el PP o el Ayuntamiento. Claro que, confundidos como están a no distinguir entre lo público y lo privado, igual no saben todavía quien… Seguro que el pueblo de Benicàssim, como pagaba las gorronadas y comilonas en 2005 con la que era entonces la Concejala de Hacienda que dejó un butrón en la línea de flotación municipal.
La corrupción campa a sus anchas. Da igual las siglas. Todos tienen sus vergüenzas que callar. No es problema de siglas,el problema son los vividores que tenemos en todas las instituciones. No distinguir entre lo publico y lo privado,es propio de todos los políticos. Nada nuevo bajo el sol. En cuanto se montan en algún carguito político ,aunque sea un simple concejal, ya se creen los dueños del rancho.