Medio siglo vendiendo revistas y periódicos en Benicàssim. Después de 50 años al pie del cañón, con un trabajo de lunes a domingo, desde las 5 de la mañana en pie, Juan Agustín Pizarro llega a su merecido descanso y se jubila este domingo.
Multitud de vecinos y clientes fieles quisieron despedirse de su quiosquero este sábado en la fiesta que prepararon él y su mujer para agradecer el cariño recibido durante tantísimos años en el comercio que regentan y que ha hecho que la zona semipeatonal donde se encuentra sea conocida popularmente como la plaza Pizarro.



Tanto es así, que una doctora clienta quiso rendirles su particular e inesperado homenaje con la entrega de una placa con el nombre de Placita de Pizarro, que inmediatamente fue colgada en la fachada del establecimiento.
Nuevos propietarios
Este domingo es el último día que están al frente del negocio familiar, que no cerrará sus puertas, ya que se ha traspasado y seguirá con la misma actividad, nombre y esencia desde este lunes.
Cogen el relevo Rebeca Bayarri y Alejandro Alcoba, una pareja de empresarios, de otros sectores, que vieron oportunidad de negocio y decidieron tomar las riendas del quiosco.



Toda una vida dedicada al quiosco
«Mi vida ha sido el quiosco, desde los 13 años, que ya trabajaba antes y después de salir del colegio en el primero que abrió mi madre», según relató a este periódico. Y es que es un oficio sacrificado.
«Me levantaba a las 5 de la mañana, luego descansaba de 14.00 a 17.00, pero luego de nuevo a trabajar hasta las 20.00 horas. Abrimos de lunes a domingo, festivos incluidos, y solo cerrábamos dos días al año, Navidad y Año Nuevo, aunque con el tiempo fuimos cerrando también los domingos por la tarde y algunas jornadas especiales como Sant Antoni o la tarde del Día de las Paellas», explicó.
























Trayectoria
El primer quiosco lo abrió su madre, Isabel Periáñez, donde ya empezó a trabajar él con tan solo 13 años, en 1974, junto a su hermana Isabel. Estaba ubicado a pie de calle, en la acera de la avenida Castellón, esquina con Cristóbal Colón. El primer año empezaron vendiendo chucherías, pero ya sumaron el servicio de prensa al siguiente, comenzando a repartir el Mediterráneo y Levante.



Después de una década, se trasladaron a una casa en frente. Y en los 90, cuando volvió de la mili, compró el actual, de la calle Sequiota, que se inauguró en el 91. También ha regentado durante décadas los quioscos de las playas Torre Sant Vicent y l’Almadrava.
«Estoy muy triste por irme pero tengo ganas de descansar», reconoció. A sus 63 años aprovechará su tiempo libre ahora «para caminar y disfrutar un poco de la playa, que la he visto durante muchos años, pero trabajando».


