EVA BELLIDO // BENICÀSSIM
Prueba superada. Raúl Sanz, un zaragozano afincado en Benicàssim desde hace ya una década (de la tienda Chandra), viajero apasionado y fiel amante de las motos, ha cumplido un nuevo reto. Sus viajes sobre la Royal Enfield 500 que guarda cuidadosamente en India, su otro gran tesoro, han ido esta vez mucho más allá.
Por si sus 35.000 kilómetros recorridos en moto por 16 estados de India, adentrándose en los lugares más recónditos y bellos del país, no fueran suficientes, ahora se suman otros 3.000 en una nueva aventura, pero rodando por las carreteras más altas y peligrosas del mundo, las del Himalaya.
Raúl ha vuelto a Benicàssim emocionado y lleno de anécdotas e inolvidables recuerdos y vivencias tras vivir muy intensamente una ruta que ha realizado durante tres semanas por New Delhi – Shimla- Manali – Leh – Sinnagar – Dharamsala – New Delhi y acompañado, en este ocasión, de tres amigos con los que comparte esta pasión por el motor y que no pudieron dejar perder esta gran oportunidad de atravesar las carreteras más altas y vertiginosas del mundo.
La falta de oxígeno, los paisajes áridos, desérticos y el estado de los caminos no impidió que estos aventureros pudieran disfrutar de las “maravillosas vistas entre escarpados barrancos, nevadas cumbres y valles que recuerdan a la luna”, tal y como relata Raúl tras su regreso. Quien también recuerda especialmente momentos de gran dificultad por la elevada altitud que se alcanza en puntos concretos como la carretera entre Manali y Leh, superando incluso los 5.000 en varias ocasiones y hasta los 5.600 metros en el considerado puerto de montaña más alto del mundo, Khardung-la.
Un viaje que también les ha enriquecido culturalmente, descubriendo tres grandes religiones como son el hinduismo, budismo y el islam, dando vida entre las montañas con sus templos, monasterios y mezquitas, y sorprendiéndose viendo cómo sus gentes “han sido capaces de adaptarse a las complicadas condiciones de la vida en alta montaña”.
Pero una aventura sin contratiempos no es una aventura. Problemas mecánicos debido al estado de las carreteras, que se fueron solucionando sobre la marcha, quedarse sin gasolina teniendo que remolcar las motos, y una salida de carretera protagonizada por un compañero dejando su moto en maltrechas condiciones, son solo algunos. Aunque reconocen que, sin duda, es una experiencia que merece la pena.
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