El estruendo de varios golpes seguidos sobresaltó este martes la avenida Castellón cuando tres encapuchados irrumpieron en una joyería que estaba abierta a plena luz del día y se llevaron todas las piezas de oro, valoradas en cerca de 300.000 euros. El establecimiento tenía la puerta cerrada con acceso mediante timbre y la persiana levantada, como ocurre algunos mediodías, lo que hizo aún más inesperado el asalto.
Los ladrones aprovecharon que el bar contiguo se encontraba cerrado por descanso semanal, un detalle que redujo el tránsito habitual en la zona y les permitió actuar sin ser detectados durante los primeros instantes. Tras forzar la puerta, golpearon con un pico el lateral del escaparate blindado hasta abrir un hueco y utilizaron un rastrillo para llevarse exclusivamente piezas de oro: cadenas, pulseras, pendientes, horquillas y otras joyas de alto valor.



Varios vecinos llegaron a increparlos al ver el robo en marcha, aunque los asaltantes continuaron sin detenerse. Con el botín dentro de un saco, corrieron hasta un BMW azul marino donde les esperaba el tercer integrante de la banda, estacionado en la calle García Sangüesa. Los testigos, que actuaron con rapidez, pudieron anotar la matrícula y ofrecer una descripción del vehículo a los agentes.
Persecución hacia Montornés
En la huida, el coche realizó una maniobra brusca —posiblemente saltándose un stop— que llamó la atención de una patrulla de la Guardia Civil. Los agentes comenzaron entonces la persecución tras ver a los ocupantes encapuchados dentro del vehículo. El BMW se dirigió hacia Montornés y continuó después hacia la zona alta del término municipal.
En un cruce con varias bifurcaciones, los delincuentes activaron un extintor y generaron una nube de polvo que bloqueó la visibilidad. Entre el humo y la velocidad a la que circulaban, la patrulla terminó perdiendo el rastro del coche en ese punto.
Investigación abierta sin detenidos
La Guardia Civil mantiene abiertas las pesquisas y por ahora no hay detenidos. Se trabaja con las imágenes de las cámaras de seguridad, las herramientas abandonadas en el exterior y la información facilitada por los testigos que presenciaron la huida.
Pese al enorme daño económico, la propietaria agradece que no se produjeran daños personales y ha retomado la actividad del negocio mientras intenta recuperar la normalidad. El establecimiento, con más de cincuenta años de historia, afronta ahora la valoración completa de las piezas sustraídas, entre las que se encontraban cadenas, pulseras, pendientes de bebé, horquillas, piezas con piedras preciosas y diamantes.








