Eva Bellido // Benicàssim
Benicàssim y, en general, la provincia de Castellón, vive uno de los inviernos más atípicos y calurosos de los últimos años, con altas temperaturas y ausencia de precipitaciones.
El buen tiempo, con días tan soleados como los que se están registrando, está animando ya a vecinos y turistas a empezar a disfrutar –de forma anticipada– de las playas y las terrazas de los restaurantes de la costa, como es el caso del Botavara o el hotel Voramar, que abren todo el año.
Y las previsiones son similares para esta semana, tras un domingo resplandeciente. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se espera que este lunes sea el día más caluroso, con temperaturas máximas que pueden alcanzar los 23 grados en los termómetros. Aunque por las noches seguirá haciendo frío como hasta ahora.
Y es que, según la Aemet, el jueves hay un 55% de probabilidad de lluvias. Aún así no parece que sea lo suficiente como para que finalmente se registren precipitaciones, pues suelen producirse cuando hay al menos un 90% de probabilidades, según Cerdán.
Tras uno de los otoños más lluviosos de los últimos años, la provincia lleva cerca de 100 días sin precipitaciones de importancia. La nota negativa es que las altas temperaturas junto a la ausencia de lluvias de estas fechas están castigando a la agricultura y adelanta la proliferación de plagas, como la procesionaria.
El profesor Miguel Ángel Cerdán apunta que en todo el 2019 «solo se han registrado 4 mm de precipitación en Benicàssim, mientras que en enero y febrero del 2018 había llovido 65 mm».
«Esto se debe al anticiclón del centro de la península que bloquea el paso de frentes. Y eleva la contaminación en Madrid». «De todas maneras, lo normal es que aquí las lluvias se concentren en Primavera y otoño», añade.
Otro dato a destacar es que en febrero del 2018, hace justo un año, se produjeron incluso nevadas en el Desert de les Palmes, registrándose un clima muy distante a este tan primaveral.