E. Bellido // Benicàssim
Melvin Benn es el director y máximo responsable del Festival Internacional de Benicàssim (FIB), desde que compró el veterano certamen junto a sus socios en el 2013.
Y se puede decir que también su salvador, pues el macroevento indie entró en concurso de acreedores con su anterior propietario, Vince Power, y estuvo a punto de no celebrarse aquella casi fatádica edición.
Ahora, seis años después, con la deuda saneada, mira al futuro con optimismo. Precisamente, este año el FIB cumple su 25º aniversario, saneado.
–¿Por qué decidió comprar el Festival de Benicàssim?
-En 2004 fue la primera vez que empecé a interesarme en comprar el FIB y mi exsocio, Vince Power, cuando nos separamos, lo compró antes.
Después, hubo una oportunidad en 2013 para regresar, comprar y tomar el cargo de la dirección del FIB y para mí fue un gran placer hacerlo y continua siéndolo. Creo que es un festival maravilloso y estoy encantado, así que sigo muy feliz con la decisión adoptada.
–Y lo hizo pese a saber que tenía una deuda y no era rentable en aquellos momentos...
-Sí. Cuando lo compramos no era un festival rentable porque tenía una gran deuda a sus espaldas. Y nos comprometimos a asegurar que siguiera mientras también pagábamos esas deudas. Ahora que lo hemos hecho, necesitamos pensar en el siguiente paso.
–¿Qué medidas piensa tomar para que sea rentable?
-Es en lo que precisamente estamos trabajando. Tenemos que pensar en la cantidad de escenarios, también en los estilos de música, que sea compatible tanto para los ingleses e irlandeses como para los españoles.
Tenemos que pensar en la sostenibilidad y en la ubicación de los escenarios, porque debemos plantearnos si realmente nos sale rentable cómo está actualmente el recinto.
Hay muchas cosas que estamos analizando para poder decir después cómo será el festival de aquí al año que viene y también todo lo que puede cambiar de aquí a 25 años. Todavía no he llegado a ninguna conclusión, pero tengo muchas ideas en la cabeza.
–Uno de los primeros cambios ya visibles es que solo habrá un escenario el jueves…
-Efectivamente. Y así será el futuro de los jueves en el FIB.
–¿Le gustaría continuar en Benicàssim por muchos años?
-Claro que sí, 100% .
–¿Y qué objetivo se marca?
-Mantenerlo vivo para que pueda celebrarse 25 años más.
–-Usted, además, no está al frente solo del FIB. Es un gran empresario y promotor de eventos de prestigio a nivel internacional, lo que da cierta seguridad y tranquilidad a Benicàssim, que vio tambalear su macroevento más veterano. ¿Cuántos festivales dirige actualmente y dónde están?
-No recuerdo todos ahora mismo, pero creo que son unos 23, que están distribuidos en diferentes países, como Inglaterra, España, Alemania e Irlanda. Es una experiencia que engancha y me entusiasma cada vez más.
–¿Y de qué estilos musicales?
-Todos son distintos… ayer en Londres y en Dublín teníamos los festivales de Wireless y Longitude, son de hip hop y grind. La semana anterior tuvimos el Community Festival, que es indie/rock.
Esta semana en Londres tengo algo más como de soul y R&B con grupos como The Roots, Rag ‘n’ Bone Man; y después estamos en Benicàssim con un line up (cartel musical) más variado.
En las mismas fechas se celebra el Latitude, y el siguiente será el Reading and Leeds Festival (del 23 al 25 de agosto). Está también el Electric Picnic (del 30 de agosto al 1 de septiembre) y Lollapalooza Berlín (del 7 al 9 de septiembre). Los estilos de música, muy diferentes.
–¿Cuál es el más importante y a cuántas personas mueve?
-Todos son importantes, pero el más grande es el Reading Festival (en Inglaterra) con 105.000 personas cada día en el mismo y tiene una duración de cinco jornadas.
–¿Cuándo empezó en este negocio de los grandes festivales y qué le llevó a ello?
-Empecé en este mundo en los años 70 y la razón fue por motivos políticos. Para poder reunir a personas y que pudiese lanzar un mensaje en los eventos, y así marcar una clara diferencia.