Romina Pepe // Benicàssim
Parece que nada puede empañar la energía que desprende el Formigues Festival, ni un temporal de viento, como el que irrumpió el sábado por la noche, porque las ganas de todos de seguir gozando de fiesta y música al aire libre para toda la familia estaban ahí.
Así pues, como ave fénix estaba todo preparado el domingo por la mañana para seguir disfrutando de otra espléndida jornada. Y no defraudó, más aún, me gusto más, qué digo, mucho más que ayer.
Primero disfrutamos de las formaciones Black&Beat y Teen Twelve y Dj Mesías a la hora de la comida.
¡Qué subidón de pequeños y grandes con Petit Pop! Una fantástica manera de romper el letargo de la siesta, y es que, con los cabezas de cartel, cantamos y bailamos súper a gusto.
La zona del escenario estaba a pleno de familias que coreaban las letras de esta agrupación. Su manera de interactuar con el público, el sentido de sus canciones, así como el ritmo que llevaron no dejaron a nadie inadvertido.
Si te paseabas por el reciento, podías seguir disfrutando con tus hijos de talleres, actividades y juegos, zonas de descanso o tomar algo o comer en alguna de las barras dispuestas por las distintas zonas.
Daba pena por la tarde abandonar el recinto del escenario para hacer otras cosas, por lo menos a mí. Igualmente intenté dar vueltas para descubrir nuevas zonas que el sábado no llegamos a explorar. Encontré colegas, conocidos, vecinos…hasta médica del centro de salud. Escuché algunas quejas de que este año se cobraba a los menores de 3 años, cosa que otros años no se hizo (es verdad, este año había que pagar a los peques de menos de 3).
Seguimos paseando y dimos con la exquisita tienda de juguetes Rincón de Duendes. ¡Qué gustazo me dio verlas!
Al volver a la zona del escenario, un gusto también fue escuchar a Top of the Class, debo reconocer que estábamos más encantados los progenitores que nuestros retoños, pero, aún así, todos los que ahí estábamos coreamos y bailamos grandes éxitos que nunca está de más volver a escuchar.
Esos que perduran, que te elevan, te traen recuerdos, justifican a los grandes de la música y, claro está, te hacen pasar los mejores ratos.
¿Y qué decir del final de fiesta? La Batucada Borumbaia y el desfile Rototom Sunplash. Genial la percusión que te entraba por todos los sentidos, era imposible no mover los pies, no dar rienda suelta al cuerpo. ¡Qué ganas de verano, qué ganas de seguir de festivales!