E. Bellido // Benicàssim
«Queremos tatuarnos las hormigas de Benicàssim». Es lo que le dijeron dos turistas del FIB a un tatuador de la localidad, cuando irrumpieron en su local. «Querían llevarse marcado en su piel un recuerdo de esta experiencia que están teniendo estos días», explicó Juan Branchadell, de Mare Nostrum Tattoo, a este periódico.
«Eran dos mujeres de habla inglesa y asistentes al FIB, de unos 50 años. Entraron justo cuando íbamos a cerrar», relató el joven tatuador, cuyo estudio se encuentra situado en la calle Bayer de Benicàssim.
Ello deja bastante evidente que las vivencias durante su estancia en la localidad durante el Festival Internacional de Benicàssim son muy positivas. Una ciudad acostumbrada a acoger grandes macroeventos musicales. Y si algo típico tiene Benicàssim, entre muchas otras cosas, son sus ya famosas hormigas.
Las hormigas fueron creadas por el fallecido artista Capi Trillo y se pueden ver por multitud de fachadas del municipio, en edificios como el instituto Violant de Casalduch, el Teatro Municipal o el hotel Voramar, llegando incluso a cruzar las fronteras y estar presentes en otros países. Son solidarias y se suelen distribuir desde el hotel Voramar. Todos sus beneficios van destinados íntegramente a la asociación benéfica Acción Contra el Hambre.
Estas fibers también optaron por llevarse el logo del FIB tatuado en la piel, reafirmándose así como fieles seguidoras del legendario festival indie que se celebra cada verano en Benicàssim.
En el interior del recinto hay un puesto de tatuajes donde algunos asistentes al certamen se animan a grabarse en la piel los diseños, frases o nombres que más les gusten para llevarse un recuerdo de por vida.