L. Ferrando // Benicàssim
Un total de 356 deportistas aficionados y federados se dieron cita el pasado domingo 15 de julio en la XX edición de la Marxa al Bartolo en Benicàssim. La distancia de la carrera fue de 24,42 kilómetros, con un desnivel acumulado de 1.077 metros en subida y 1.092 en bajada y un máximo de 5 horas de competición. Además, paralelamente se celebró una marcha no competitiva un poco más corta, con 15,4 kilómetros de recorrido y un desnivel acumulado de 621 metros en subida y 638 en bajada.
En la categoría masculina de los 23K, Martín Bacas Naayen fue el primero en llegar a la meta, con un tiempo de 01:55:15. En segunda posición, quedó Iñaki Rubio Segarra, con un total de 01:57:37. Y, finalmente, en tercera posición, Juan Antonio Ruiz García, con una marca de 01:59:33.
En la categoría femenina de los 23k, se posicionó en primer puesto Raquel Martínez Rodríguez, con un tiempo de 02:42:21. En segundo lugar, Paloma Ramirez Goterris, con 02:42:58. Finalmente, Sonia Churve Fanfan, con un total de 02:50:20.
En la marcha paralela no competitiva de 15K, el primero en llegar fue Federico Escribano Huertas, con un tiempo de 1:26:10. Carlos Gomez Gomez quedó el segundo en el clasificación masculina, con un tiempo de 01:31:18. Por otro lado, Carlos Casco Valero quedó tercero, con un tiempo de 01:32:49.
En cuanto a la categoría femenina de la prueba no competitva, la primera mujer en llegar a la meta fue Lourdes Ramón Degarra, corredora independiente, con un tiempo de 01:44:01. La segunda fue Paloma Sánchez Gimenez, también independiente, con una marca de 01:53:23. Y, finalmente, Andrea Cervellera Barra, con un tiempo total de 01:54:23.
Grandes vistas y mucho calor durante la prueba
La carrera empezó a las 7.00 horas en el centro de Benicàssim. Los corredores, ansiosos, comenzaron con un buen ritmo mientras el sol ya brillaba en el municipio, aunque aún era pronto para notar los altos grados del pueblo costero. Seguidamente, llegaron a la Cresta del Bartolo y las Agujas de Santa Àgueda. Fue el momento cumbre de la prueba, ya que muchos estaban cansados de las altas cuestas que tuvieron que atravesar para llegar a lo más alto del municipio.
A pesar de ello, todos llegaron y pudieron disfrutar, de alguna forma, de las vistas de los paisajes que ofrecía el paraje natural. El sol calentaba y se notaba el cansancio pero también la fuerza de los deportistas y las ganas por llegar al final. El descenso fue más rápido, todos vigilando dónde pisaban al bajar sobre aquellas cuestas dentro de la montaña, con cuidado de no resbalar y manteniendo el equilibrio. Solo tenían que llegar a la playa de L’Almadrava donde se encontraba el final de la carrera.