El martes fue el 8 de marzo y, como es todavía necesario, celebramos el Día Internacional de la Mujer. Desde el Ayuntamiento de Benicàssim, a pesar de que nuestro municipio tiene un nivel de calidad de vida creo, sin falsa humildad, que muy alto, trabajamos también día a día para evitar la discriminación de género.
Y lo digo desde el conocimiento de que en mi vida he aglutinado todas las facetas en las que la igualdad es una necesidad. Porque, evidentemente soy mujer, soy madre, soy dirigente política y he trabajado 20 años en la empresa privada, con lo cual, también mujer trabajadora.
Por eso no me quedo ajena cuando se habla de discriminación laboral y sabemos que un mismo empleo puede suponer hasta un 24% menos de salario de media si lo desarrolla una mujer. Por eso, creo necesario que se reconozca el importante papel de las mujeres al frente de cargos públicos y en las direcciones de las empresas y partidos. Porque tenemos el mismo potencial que cualquier hombre. Pero no queremos esos espacios en cremallera, porque no se trata de ocupar el lugar de otro, sino el lugar que nos corresponde.
En Benicàssim no les vamos a poner faldas a los semáforos, porque creemos que la igualdad no son anécdotas, sino pelea diaria. Como alcaldesa prefiero poner en marcha el II Plan de Igualdad de Oportunidades y marcarme retos para que Benicàssim se gestione con mayor integración de la mujer que ponerle falda a un monigote de leds. Sobre todo, porque gracias a la lucha por la igualdad, las mujeres podemos lucir los pantalones con toda la dignidad del mundo.
Así que, me disculparán si les digo que me preocupa más seguir impulsando la unidad policial de apoyo a las víctimas de la violencia y a la prevención de cualquier caso de violencia machista que si utilizamos más los genéricos en femenino o en masculino, porque, como acababa un post viralizado en los pasados días, no es lo mismo ser un cargo político que una carga política. Y mi pretensión es ser lo primero y lo más útil posible a las mujeres benicenses.