PSPV // Benicàssim
No son presupuestos, son “porsupuestos”, ya que dan por realizables una serie de hipótesis a todas luces falaces. Veamos con qué finta, regate en corto o desvío nos deleita el equipo de desgobierno de ARB, PP, C’s.
Primer por supuesto: no se tienen en cuenta pagos que vendrán a partir de febrero. El primero una factura de centenares de miles de euros por alquiler de una parcela que no se ocupa totalmente para el FIB. Ciudadanos aplaude y da el sí quiero a este “por supuesto”.
Segundo por supuesto: dicen destinar más importe a asuntos sociales y educación cuando, en realidad, cargan las tintas en unos talleres y actividades en las que las personas que los imparten tienen titulaciones tan diversas como poco acreditadas. Los criterios de profesionalidad por los que se rigen estos contratos nos dan que pensar.
Tercero: dan por supuesto que invertir en educación es consolidar una plaza de técnico; es como si para la sanidad tuviéramos más ambulancias pero no hubiera conductores.
Cuarto: dicen que nuestras reivindicaciones en reparaciones y mantenimiento de colegios e instituto las tiene que pagar la Conselleria de Educación. Otro craso error, puesto que, como bien debieran saber alcaldesa y concejal, las reparaciones y mantenimiento de los centros escolares son competencias municipales y están determinadas por ley. O sea, que las señoras de Ciudadanos no se enteran o, algo peor, participan en una mascarada. ¿No fue doña Cristina Fernández presidenta de una AMPA?
Quinto: alardean de aumentar las subvenciones de una manera tan zafia como muestra el propio papel de los presupuestos. Dan dinero a nuevas asociaciones con el fin –así lo expresó la alcaldesa—de tenerlos contentos a todos. ¿Quiere decir que se quiere mostrar magnánima y graciosa nuestra primera edil a la espera de que su dadivosidad tenga rentas electorales?
A todo esto, la vehemente e iracunda reacción de doña Susana Marqués se hizo palpable en el pleno dedicado a estos “porsupuestos”. Tan encolerizada se mostraba, la alcaldesa, que a una afirmación sobre la anónima redacción del boletín de información municipal –el epíteto fue “anónima factura”—, la señora Marqués respondió como si le hubiesen hablado de “facturas anónimas”. No queremos pensar qué pudiera haber interpretado si la expresión hubiese sido “manufactura”.
El plenario se vio jalonado de las riñas, cabreo, bronca, mitin u homilía, y rollo dialéctico insoportable con la que la alcaldesa puso el broche de hojalata y verdín a la función. Cuadruplicó el tiempo que se asigna a portavoces entrando, más que en bucle, en una mise en abîme en la que repetía como un loro ebrio “no hacen los deberes”, “trabajamos para el pueblo”, … y otros tópicos manidos que, por aburridos, acabaron provocando bostezos, malestar estomacal y dolor de nalgas en los allí presentes.