Partido Socialista // Benicàssim
Los tiempos de vino y rosas que vivió el bipartito del catastrazo (PP-ARB) se saldaron con una deuda municipal de 15 millones y medio de euros. Aquellos años en que no se reparaba en gastos –¿Recuerdan las famosas comidas, cenas, grandes fastos organizados por el alcalde en 2005 y pagados con dinero de la ciudadanía?— tenían como regidora de hacienda a una Susana Marqués, quien luchaba por labrarse un futuro en el Partido Popular detrás de Don Manuel Gual.
Ese aciago período de desgobierno con los bolsillos horadados (2005-2007) se culminó con la petición de una revisión catastral al alza –llámese “sablazo de Marqués”—que dejó patidifusos a los benicenses de bien que, además, tuvieron que soportar la inclusión de una “tasa de basuras” para más recochineo, vejación y menosprecio del contribuyente.
Una vez perpetrados el Sablazo de Marqués y la Tasa de la Basura continuaron con el gasto a manos llenas como si tal cosa. Hasta facturas de una aspirina llegaron a pasar al ayuntamiento. A lo que se ve, sus aristocráticas jaquecas también eran culpa del vulgo o populacho –esos éramos nosotros, los ciudadanos de a pie— conocidos como “los paganos”.
Y en eso andaba la señora Marqués, metida a sableadora oficial del bolsillo ciudadano cuando llegaron las urnas y le dieron un veredicto democrático e inapelable: al rincón de pensar en la oposición.
Al día siguiente de perder la alcaldía, PP y ARB se pusieron las pilas atacando allí donde creían que más dolía: la suciedad de las calles por haber quitado la tasa de basura. Día tras día aparecía el señor Soliva, dedo admonitorio en ristre cual émulo de Sant Vicent Ferrer, mostrando con la siniestra fotos de basuras sin recoger. En aquellos días, el gobierno de Francesc Colomer estaba buscando la manera de parar la sangría que se había abierto en las venas del ayuntamiento: 15 millones y medio de deuda y un Castelló Cultural que no pensaba pagar los gastos de Villa Elisa (1,5 millones de propina). Total, 17 millones de agujero.
Llegó la crisis, el tsunami azul del PP y de sus mayorías absolutas previo pacto PP-ARB –de nuevo lo viejo hilvanado por Carlos Fabra— que puso a Marqués al frente de lo que fue un espejo: 17 millones de euros. El día que salía del Ayuntamiento, Colomer le dejó una carpeta con una auditoría en la que se mostraba que el equilibrio de gasto había quedado a cero. No se había gastado un euro de más.
Contamos esto porque la vocinglera y desparpajada alcaldesa corrió a cargar aquella deuda al “tripartito”, pasando olímpicamente de la citada auditoría. ¿Su palabra contra la nuestra? Quizás.
Pero, a pesar de todo, tomemos nota de cómo se ha fustigado a impuestos a los ciudadanos, cómo se nos ha cobrado un IBI abusivo, cómo no se ha invertido un euro en infraestructuras, cómo se ha dejado que se nos coma la mugre y los mosquitos, cómo hemos notado la falta de personal en el ayuntamiento porque las peticiones no se contestaban, los expedientes se perdían o se retrasaban por falta de personal, y cómo día tras día el argumento simplón era que tenían una deuda. Sí, era su deuda, la que pagamos entre todos a golpe de impuesto.
¿Cuál es el motivo para alegrarse: que hayamos pagado la deuda de Marqués entre todos los ciudadanos? ¿Lo hemos hecho a base de ver sucias nuestras calles, necesitados de servicios, huérfanos de inversiones? Como para echar cohetes estamos los sufridos contribuyentes al Sablazo de Marqués.